domingo, 1 de marzo de 2009

Cómo conocí a Vincent Ablett

Este título pertenece a una historia que quizá escriba un un futuro lejano. Por ahora, he plasmado las ideas principales en un relato corto autoconclusivo. ¡Espero que os guste! Quién sabe si algún día llegará a ver la luz convertido en novela.



***


Siempre que quedo con mis amigos, me cuesta esconder a Vincent. Me cuesta, porque el muy impertinente insiste en hablarme todo el rato, y a mí me sabe mal ignorarle.

Aún recuerdo el día en que apareció. Se materializó en mi vida durante ese examen de dibujo artístico que suspendí aposta.

Ocurrió que me pasé la vida estudiando en escuelas de arte que pretendían enseñarme a mí qué es la belleza, como si al amante tuviesen que decirle cómo debe amar. Ocurrió, que quedé horrorizada por las aberraciones, por las vejaciones al Arte Verdadero que observé y observo en las creaciones de hoy en día. Y le dije al arte… ¡Yo te salvaré! Estúpida de mí.

Y me apunté al examen de acceso de aquella escuela de snobs e hijos de papá, esperando que alguien apreciase mi obra, que alguien me viese. La prueba consistía en dibujar algo que simbolizase el Amor. Y me pregunté… ¿Es que existe una forma de simbolizar el Amor que no sea insultante para el mismo? Pues no existe nada, nada en el mundo, que pueda plasmar algo tan hermoso.

Y fue entonces, cuando estaba delante del lienzo en blanco y la profesora nos dio la orden de comenzar, cuando Vincent apareció tras de mí.

— No lo hagas— me dijo, y me torné hacia él. Vestía como un noble del siglo XVII, su barbilla lucía una graciosa perilla bien recortada, y llevaba un sombrero con una pluma de colores que apuntaba al techo del aula.

No pude contener una carcajada.

— ¿De dónde has salido tú, del manicomio? No estamos en carnaval— respondí antipática, y tras lanzarle una mirada de desprecio, volví a mirar el lienzo en blanco.

O lo intenté, pues noté en seguida que toda la clase me miraba.

— Señorita… ¿Con quién habla?— Me preguntó la profesora. Recuerdo volverme hacia ella, mirándola como si me hubiese clavado el pincel en el ojo.

Y busqué de nuevo a Vincent tras de mí. Estaba ahí, sonriente.

— Sólo tú puedes verme. Vamos, no sé qué diablos estamos haciendo aquí— me anunció.

Desvié la mirada a las cuatro esquinas de la habitación, cerciorándome de que nadie me veía, antes de dirigirme a él en la voz más baja que me salió:

— ¿De qué estás hablando? ¿Quién eres?

Me hizo una reverencia, y se quitó el sombrero y todo.

— Vincent Ablett, vengo a salvarte. Deja ese lienzo en blanco… y vayámonos de aquí. Nadie puede plasmar el Amor en un lienzo. Es demasiado dispar, es demasiado hermoso.

Y así conocí a Vincent. Aún ahora, me acompaña dondequiera que vaya. No sé si es una invención de mi imaginación, o si es una especie de ángel de la guarda. El caso es que siempre está ahí, y siempre logra enseñarme el mejor camino.

­— Lilly… tienes que enseñarme cómo sacas excelentes en todos los exámenes. Estoy cansado de repetir asignaturas…— Me pregunta mi compañero, rascándose la nuca mientras pierde la mirada en el vaso de coca-cola.

Bueno, lo que él no sabe es que yo no estudio en absoluto. Vincent siempre me chiva las respuestas de los exámenes. ¿Qué exámenes? Bueno, los de la escuela de Arte Verdadero a la que él me aconsejó ir, y en la que ahora soy muy feliz. Cuando se trata de teoría, él me la recita letra por letra; y cuando se trata de una prueba práctica, siempre me aconseja lo que debo hacer. Desde que le conocí, mi vida ha sido un éxito continuo.

— Bueno, lo cierto es que es la vocecita de mi cabeza la que me dice las respuestas— bromeo. Ninguno de mis amigos sabe de la existencia de Vincent. Ni siquiera saben que está sentado junto a ellos en ese momento. Ni siquiera saben que lo que digo tiene una gran parte de verdad.

— Eso es típico de los psicópatas… a ver si un día de estos nos vas a masacrar a todos— dice otro.

— No creas, mi vocecita es buena.

— ¿Y cómo se consigue una vocecita de esas?

Me encojo de hombros.

— No sé… ¿Volviéndose loca?

— Probablemente— asiente otro.

Loca. ¿Estoy loca? ¿Es Vincent realmente una total creación de mis delirios mentales, de mis alucinaciones autocompasivas?, ¿o es que ha venido desde otro tiempo para salvarme? Si es lo primero, no hay duda de que existe en mí otro lado, mucho más inteligente y capaz, que enseña a mi lado exteriorizado, torpe y perdido, el camino correcto en la vida.

— No estás loca— protesta Vincent, apoyado sobre el respaldo de la silla de uno de mis compañeros. Sonríe — sólo es que te hago falta.

Le devuelvo la sonrisa, procurando que ninguno de los presentes se dé cuenta.

— Bueno, ahora que lo pienso… definidme loco. Si sí es cierto que oigo voces en mi cabeza… ¿A mí, personalmente, no me resulta mejor así?— comento a mis amigos, y me miran arqueando las cejas.

— Bueno…poco distingue a la locura de la genialidad. ¿Creéis que Picasso tenía algún amigo imaginario? ¿Y Dalí?— responde uno de ellos.

— Puede ser… Quizá tuviesen… no sé, pongamos un aparecido con pinta de noble del siglo XVII que les iba diciendo qué hacer con su vida y su arte— sugiero, reposando el dedo índice sobre mi barbilla.

— ¿Un noble del siglo XVII? Creo que pensar eso ya es un poco excesivo… yo me imaginaría más bien a una chica guapa.

— Sí, aunque si para Lilly fuese un hombre así… quizá sí que estaría loca de verdad.

Remuevo con la cuchara el café enfriado, sonriendo discretamente.

— O quizá soy un genio.


***


Es un borrador rápido y poco trabajado, pero bueno =) le he puesto amor igualmente.

En el próximo post... colgaré todos los fanarts y opiniones que me habéis ido mandando de la novela. ¡Muchas gracias! Sois un cielo ^^.


NOTA: He abierto el post de sugerencias (en el lateral) y no me carga bien. ¿A vosotros tampoco se os ve, o es cosa mía? O__o